Noticias desde el Centro del Universo
(Navaluenga, Ávila)
Artículo escrito y enviado por GONZALO QUIROGA.
Crisis y Florecimiento: ¿Donde situamos
nuestra esperanza?
“Este año he vendido más basura (estiércol)
que nunca, ¡será por la crisis!”, me dijo Miguel, el dueño del bar Gredos,
mientras bajaba con su tractor desde “El
Barranco”, donde se encuentran las huertas altas del pueblo. Todos los años, por
el mes de febrero, cuando muchos vecinos comienzan a preparar sus huertas para
los meses venideros, -algunos ya comienzan en marzo con las patatas y algunas
legumbres- , Miguel realiza estas “changas” para sumarle algunas pesetas a sus
ingresos habituales.
“Ah!, y no te preocupes por la “seca”, ¡ya
sabes chaval, al labrador malo patata gorda!”, y sin dejarme tiempo para la
replica, “aunque esos cepellones tan grandes que tienes, más que para enterrar
patatas, parecen hechos para algún faraón”, me remata al pasar, con su chunga
habitual.
Como era mediodía, y
tenía prisa por acabar con sus descargas, cuando quise darme cuenta, hombre, tractor y
acoplado ya estaban doblando por el camino que enfila hacia el puente romano, y
luego se mete en el pueblo. Me quedé con un atasco de preguntas en la boca, y
con muchas ganas de satisfacerlas: “Será que las cosas están cambiando y
“gracias” a la crisis se está forjando un retorno a la tierra por parte de
algunas personas, que de a poco vuelven
a valorar la “riqueza” de consumir alimentos sanos y económicos, y ser un poco
más autosuficientes, y…., etc, etc.”.
Cuando
nuestra esperanza no acostumbra a
“rasparse” con la realidad, o, como diría Bloch, no está mediada por la misma, la construimos sólo con nuestros deseos y se
descubre como fácilmente frustrable. En las ocasiones- cada vez menos
espaciadas-, en que se produce una crisis dentro del modelo dominante, algunos ciframos nuestra esperanza de cambio,
en unos acontecimientos que se deberían manifestar a partir de la emergencia
misma de la crisis, -como si se tratase de un “efecto dominó”-, y en cuya
“mecánica” no podemos influir.*
A ello contribuyen algunos profetas o gurús
sobrevenidos, cuando venden sus esperanzas con “caducidad programada” -
lineales, huecas y sin fundamento-, y de un efecto desmovilizador asegurado. Una
esperanza honestamente asumida, tiene que apoyarse sobre una conducta y un compromiso
sostenido en el tiempo, que no debe caer
nunca en una ansiedad, ni en unas
simplificaciones, que son más
propias de la doctrina que informa al modelo actual- autorregulación del
mercado, el egoísmo virtuoso, la tecnología “providencial”,el efecto goteo, o
la mano invisible- sino que debe estar alerta a las señales que puedan
modificar, enriquecer o cuestionar alguno de los instrumentos que utilizamos en
pos de alcanzarla. *
Por suerte, los recuerdos que tenemos los
argentinos sobre algunas crisis y sus postreros florecimientos- ¿Cuantas
Margaritas que en la primera esquina, se doblaron en una fulera Margot”-, vino
a rescatarme de mi cándido optimismo. Decidí que al día siguiente bajaría a la
plaza y me tomaría un “chato”-vino en vaso corto- en el bar de mi amigo,
mientras le gastaba algunas preguntas.
“Vamos a ver, algunos son jubilados que tenían
la huerta abandonada, pero como sus hijos viven en Madrid y están en el paro,
con lo que sacan les ayudan con la comida, otros son gente del pueblo que lo
está pasando mal, y hay alguno que se vino de Madrid por que no puede pagar la
hipoteca y aquí tiene la casa…, y también hay gente que viene de fuera. Así que
como que la cosa arranque un poco, y vuelva un poco la alegría a los bolsillos,
muchos vuelven a dejar el azadón en el trastero”.
Le comento que durante la crisis del 2001,
surgieron algunas iniciativas novedosas y creativas, que generaron unas
renovadas esperanzas en mucha gente, y que si bien bastantes se vieron
frustradas, también fue el momento en el que algunas personas se sumaron a
movimientos como el que representa el GRR. En fin, que cada crisis dibuja sus propios
laberintos, y que la que estamos viviendo en el sur de Europa, nos obligará a
transitar por caminos donde la ecología política tiene su oportunidad para
plantear unas alternativas, cuyo alcance todavía no es mensurable.
Ahora bien, lo que si he notado en mi
pueblo-Navaluenga-, y en otros de la zona, es la llegada de personas
provenientes de la ciudad, que vienen a engrosar las filas de los así llamados
“neorrurales”. Incluso en una zona cercana-“El Tietar”-, algunos están
agrupados en torno al “15M”, y en el mes de diciembre pasado, realizaron un
encuentro de cinco días, muy bien organizado, con múltiples talleres, mesas redondas
y asambleas, donde participó mucha gente y se trataron diferentes temas referidos
a cuestiones rurales y ambientales.
En fin, tendremos que esperar a que baje la
marea, para ver que ha quedado sobre la arena.
El otro día, Karol Minta, un amigo polaco, me
dijo: “Cuando llegué a mi pueblo – Hoyo de Pinares-, y comencé con la huerta,
la gente me miraba con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Luego, cuando
vieron que las plantas crecían bien, y eso que pensaban eran arbolitos, resultaron ser unas sabrosas berzas rizadas,
que los bancales funcionaban…, comenzaron a acercarse de a poco”. No debemos desdeñar
la influencia que estas buenas gentes, tienen en los pueblos en los que se
establecen.
Cuando salía del bar, Miguel me dijo: “Es que
este año la sequía es doble chaval, no llueven ni gotas ni monedas”.
Al rato, cuando subía con un cansino pedaleo
hacia la huerta, bastante tenía con
engañar a mis piernas, o pensar en mis sedientas
patatas. En ese momento, y a pesar del bueno de Bloch, sólo tenía una cristiana
y descansada esperanza:
“¡Ya lloverá¡, 1Ya lloverá¡ ”.
* Al sentirnos asediados por el aplastante
dominio del capitalismo global, a veces centramos nuestra esperanza,
curiosamente, en que la emergencia de una “catástrofe” de cierta magnitud, haga que necesariamente cambiemos el
rumbo. La lógica de este pensamiento, en el que nos situamos como agentes
pasivos, se parece a la de los defensores del sistema, sólo que ellos depositan
sus esperanzas en una futura y providencial tecnología-por ejemplo el señor
Amory Lovins-, que podría “arreglar” los desequilibrios y salvar al planeta del
desastre. Me parece bueno y necesario, que establezcamos fechas a partir de las
cuales creemos que la curva del petróleo, el efecto invernadero, o la crisis alimentaría
llegaran a un punto sin retorno, pero a veces abusamos tanto de los
pronósticos- “a partir de tal fecha los gobiernos se verán inexorablemente
obligados a abastecerse de x cantidad de energías alternativas”- , que los
vaciamos de contenido, y nos retraemos de un compromiso activo. Y cuando alguno
de estos pronósticos, por el motivo que sea,
no se cumplen en los tiempos o en la forma anunciada, generamos el
efecto contrario y nos vuelven funcionales para con el sistema imperante. En
fin, un capítulo aparte es la política gradualista de que algunos partidos
verdes realizan con la esperanza de ir cambiando las cosas de a poco, pero “sin
perder votantes”. La “catástrofe”, pues, ! ya se produjo!, la vemos y vivimos a diario, y sobre ella debemos actuar sin
buscar atajos y desde el lugar que ocupemos en nuestra comunidad.
*Por ejemplo, Ulrich Brand o Ted Trainer debaten con la idea que gente como Tim
Jackson -“Prosperidad sin Crecimiento”-
tiene acerca de la teoría del decrecimiento. La ven todavía “entrampada” dentro de la lógica
del capitalismo global, por que sostienen que no genera los cambios necesarios en
las relaciones sociales imperantes, sin los cuales no es posible alcanzar el
“buen vivir” o la deseada prosperidad. Supongo que debemos atender a estos
debates, y si es menester, valorar sus aportaciones
* Luego del trimestre más seco de las últimas
décadas, el jueves 26 llegaron las esperadas lluvias y nevadas. Parece que
durante el verano, bajará de la sierra una cantidad de agua suficiente como
para abastecer a las regueras (acequias).
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